Se agrupan bajo ese nombre una serie de procesos y capacidades que nos permiten organizar nuestro comportamiento, revisar, corregir y adaptar nuestra conducta al entorno.
Se asocian principalmente con los lóbulos frontales (las áreas cerebrales situadas detrás de la frente).
Se consideran funciones cognitivas muy complejas y son de las últimas en desarrollarse.
Incluyen capacidades como:
- Mover el foco atencional de un lugar a otro sin perder información; como hacemos mientras conducimos y hablamos con el copiloto.
- Generar alternativas para resolver situaciones novedosas. Esta habilidad la ponemos en marcha, por ejemplo, cuando cambiamos de móvil.
- Valorar diferentes opciones y anticipar las consecuencias. Lo hacemos casi automáticamente cuando decidimos cosas tan cotidianas como el orden de los recados del día.
- Extraer normas de lo que ocurre a nuestro alrededor. Esto lo necesitamos como el pan, por ejemplo, cuando viajamos a otro país.
La evaluación de las funciones ejecutivas no es simple. Existen varias pruebas que nos permiten estimar la capacidad de una persona para resolver problemas nuevos, dirigir el foco atencional ignorando distractores, generar un plan y cambiarlo si no funciona.
Maribel Adrover
Psicóloga General Sanitaria
Neuropsicóloga