Son las primeras que se deben valorar, ya que son imprescindibles para que el resto de procesos cognitivos puedan funcionar con normalidad.
Si la capacidad para dirigir y mantener la atención no es suficiente, nuestra conexión con el entorno será deficitaria, y nuestra respuesta a lo que nos rodea él también.
En la evaluación se deben utilizar pruebas que exploren los diferentes componentes: desde la capacidad para dirigir el foco atencional hasta la habilidad para resistir las distracciones ya sean externas (ruidos, personas) o internas (propios pensamientos, preocupaciones).
También es muy importante considerar la velocidad de procesamiento de la información. Un cerebro enlentecido puede provocar muchos síntomas (no recordar lo que nos dicen, no seguir conversaciones, no responder a lo que nos preguntan). El mundo va más rápido que el cerebro y éste no puede procesar todo lo que ocurre, sencillamente porque no le da tiempo.
Circunstancias como una falta de sueño continuada, estados de ánimo muy bajos, determinados fármacos o algunas enfermedades pueden provocar un procesamiento más lento, dificultades atencionales y muchos problemas para llevar una vida normal.
Maribel Adrover
Psicóloga General Sanitaria
Neuropsicóloga
Centre acreditat per la Conselleria de Sanitat
Nº de Registre Sanitari 4490
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