Muchas veces no conseguimos actuar ante determinados problemas porque abarcan todos los aspectos de nuestra vida (familiar, laboral, social) o están relacionados con otros problemas. Eso hace que nos parezcan insuperables y nos paralice la impotencia.
Por ejemplo, la sensación de “ser un desastre” que incluye no saber organizarse, no acabar las cosas que se han empezado, no cumplir horarios o rutinas.
¿Cómo empieza uno a luchar con algo tan extenso y complejo?
Lo primero que hay que pensar es que cualquier sistema, por complejo que sea, está compuesto por elementos. Un pequeño cambio en uno de esos elementos puede generar una reacción en cadena que lleve a cambios más globales.