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LA RESILIENCIA

¿El resiliente nace o se hace?

Se define como la capacidad de absorber golpes, propia de los metales preciosos.

Giogio Nardone explica que: “En el caso de los seres humanos, se refiere al desarrollo de la capacidad de gestionar nuestras emociones y reacciones ante condiciones extremas sin agarrotarnos ni rendirnos, sino volviéndonos flexibles, de modo que no nos rompamos, es decir, que absorbamos los golpes de la vida, ya sea en el ámbito personal o en el profesional”.

Rosario Linares describe algunas de las características de las personas resilientes:

1) Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa, permite trazar metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlos.

  • 2) Son creativas. No intentan volver a ser los mismos; asumen que no es posible, por lo que tratan de reinventarse, convertirse en algo diferente, una versión mejorada de sí mismos.

  • 3) Confían en sus capacidades, pero también saben cuándo pedir ayuda.

  • 4) Asumen las dificultades como una oportunidad de cambio, de mejora; algo que permite aprender.
  • 5) Viven en el aquí y en el ahora, no lamentándose por el pasado o sufriendo por el futuro.

  • 6) Son flexibles ante los cambios. Saber adaptar sus objetivos y cambiar sus metas cuando es necesario.

  • 7) No intentan controlarlo todo. La necesidad de control es una fuente de sufrimiento, porque, cuando algo se nos escapa de las manos, nos sentimos culpables e inseguros.

¿El resiliente nace o se hace? Si crees que esas características o maneras de ver el mundo son un don que se tiene o no se tiene, piénsalo dos veces. Lo que llamamos resiliencia es lo que antes de ese nombrecillo se llamaba madurez, sensatez, fortaleza o consistencia. Y eso, lo puede adquirir uno con tenacidad, trabajo personal y (a veces) ayuda.

Maribel Adrover
Psicóloga General Sanitaria
Neuropsicóloga