El neurofeedback (NFB) forma parte de las neuroterapias, un conjunto de técnicas de entrenamiento cerebral que ayudan a mejorar el funcionamiento mental.
Es un tipo de intervención conductual no farmacológica que combina una retroalimentación en tiempo real de la actividad cerebral con los principios científicamente establecidos del condicionamiento operante para enseñar a la persona a autorregular determinados aspectos de su funcionamiento cerebral.
Su objetivo es mejorar la capacidad de autorregulación sobre los patrones de actividad cerebral y, como consecuencia, sobre los estados mentales.
Consiste en un entrenamiento conductual computarizado, donde a través de un interfaz (dispositivo que ejerce de intermediario entre el cerebro y el ordenador), se lleva a cabo una lectura en tiempo real de la actividad eléctrica del cerebro en un rango de frecuencias específico y en áreas cerebrales concretas.
Mientras se leen las señales, se proporciona a la persona retroalimentación (feedback) o información sobre su propia actividad cerebral, y se establece un programa de refuerzo para que el cerebro de la persona se mantenga el mayor tiempo posible en un funcionamiento más regulado. Mediante un simple sistema de refuerzo se va entrenado un tipo de funcionamiento más saludable, más equilibrado. El objetivo es conseguir una modificación conductual mediante la modulación de la actividad cerebral a través de los procesos de plasticidad y eficiencia neuronal.
Por ejemplo, en el caso de estados nerviosos, el objetivo es aumentar la presencia o fuerza de ondas lentas en las zonas posteriores del cerebro y disminuir las ondas rápidas. Las ondas rápidas (de alta frecuencia) son imprescindibles en determinadas zonas para razonar, realizar cálculos mentales o tomar decisiones; pero en otras sólo generan pensamientos acelerados, repetitivos y difíciles de detener.
De la misma manera que a través de la respiración y técnicas de relajación modificamos parámetros de los que no tenemos consciencia (como la frecuencia cardíaca, la presión arterial o la temperatura de la piel), a través de sesiones de neurofeedback se entrena al cerebro a regular su funcionamiento, reequilibrar el ritmo al que trabaja y potenciar las relaciones entre ondas que hacen que el cerebro se calme, se concentre mejor o funcione con mayor eficacia.
No es magia, es un proceso de aprendizaje, por tanto, no es inmediato. El cambio se produce por el entrenamiento.
No cura cualquier enfermedad, mejora síntomas y facilita la respuesta de autocuración del propio paciente. Es el cerebro de cada paciente el que tiene el potencial de transformarse a sí mismo.
El número de sesiones necesarias varía en función de la persona y los síntomas que presenta, pero se establece de promedio un mínimo de 20 sesiones.
Es indoloro y completamente seguro.
Es muy sencillo, cualquiera puede hacerlo. Resulta muy atractivo para niños y adolescentes o para cualquier persona a la que no le guste o no haya respondido bien a la terapia convencional.
Se colocan uno o varios sensores sobre el cuero cabelludo y en los lóbulos de las orejas.
El paciente se relaja y mira un monitor donde aparece una imagen. La imagen se moverá solo cuando el cerebro esté funcionando dentro del rango determinado que se ha programado para entrenar. De esta forma, conseguirá mantener en movimiento una imagen (o un juego, un vídeo, etc.) sin ratón, sólo con el cerebro.
La duración de las sesiones puede variar entre 30 y 50 min.
El NFB es un tipo de intervención con más de 50 años de investigación que se asienta sobre dos pilares científicamente robustos: el condicionamiento operante (el aprendizaje que se produce cuando a una conducta le sigue un refuerzo o un castigo) y la neuroplasticidad (la capacidad del cerebro para cambiar rápidamente, reorganizar sus conexiones en respuesta a un nuevo aprendizaje).
Pese a conocerse y usarse desde los años 70, ha tenido que esperar a los avances informáticos de los años 2000 para desarrollar técnicas más eficaces y asequibles que permitan extender sus aplicaciones.
El campo de aplicación que más estudios ha generado es el del déficit de atención.
Desde 2011, la Asociación Americana de Pediatría considera que el tratamiento con NFB presenta el máximo nivel de evidencia científica (nivel 1) para el tratamiento del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDA-H), lo que lo sitúa en el mismo nivel que el tratamiento farmacológico. http://dx.doi.org/10.1542/peds.2011-2654
No así el grupo de investigación europeo sobre TDA-H (European ADHD Guidelines Group), que considera necesario más apoyo con estudios experimentales para recomendarlo como tratamiento de los síntomas nucleares del TDA-H. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3441929/
Numerosos estudios han mostrado la eficacia del tratamiento con NFB, la ausencia de efectos adversos y el mantenimiento de los logros a largo plazo (Ver artículos de interés).
Los estudios señalan la utilidad del NFB para:
Aliviar los síntomas de ansiedad. El estrés no depende sólo de los acontecimientos que identificamos como estresantes, sino también de nuestra reacción ante ellos. El entrenamiento en NFB mejora la tolerancia al estrés al aumentar la estabilidad, regulando el sistema nervioso central. Se amplía el foco atencional, lo que permite ver de manera nueva antiguos problemas.
Muchos clínicos afirman que la ansiedad generalizada es uno de los primeros síntomas que responden al entrenamiento con NFB. Se estiman mejoras significativas en un 80-90% de las personas tratadas. La respuesta al tratamiento dependerá también de la existencia de otras circunstancias asociadas a la ansiedad (como trastornos por dolor, depresión, trastornos alimentarios, etc.).
Depresión. Incluso en casos crónicos y resistentes a la medicación el entrenamiento en NFB ayuda a aliviar los síntomas. Existen diferentes protocolos de tratamientos, en función de los síntomas o trastornos asociados a la depresión.
Insomnio. Los primeros cambios que los pacientes observan típicamente tras recibir NFB se relacionan con el descanso nocturno: mejora la conciliación, disminuye el bruxismo, aumenta la calidad del sueño, se reducen los despertares nocturnos y pesadillas.
Síntomas conductuales en trastornos del espectro autista. En diferentes estudios y experiencias (Larsen y Harrington, 2007; Indigo Children’s Project, 2010) se ha visto que el entrenamiento con NFB puede mejorar aspectos como el lenguaje (más iniciativa para comunicarse, más vocabulario y frases más largas), la conexión con el entorno (mayor interés, exploración de objetos) y la conducta (permanecer más tiempo sentados esperando, menor agitación). El efecto calmante del entrenamiento produce mejoras notables incluso en casos graves.
TDA-H. Como hemos comentado antes, es uno de los trastornos en los que más se ha utilizado el NFB, llegándose a considerar tratamiento de primera elección.
Trastornos del aprendizaje. Puede ser útil para mejorar dificultades en la lectura, razonamiento matemático y procesamiento auditivo. En especial, el entrenamiento en coherencia ha mostrado resultados consistentes.
Lesiones cerebrales. En las lesiones cerebrales por traumatismo, se ha visto que el NFB actúa como un catalizador, ayudando a que todas las otras formas de tratamiento funcionen mucho mejor.
Se ha observado cómo, incluso años después de la lesión, el entrenamiento en NFB mejora síntomas cognitivos, conductuales y emocionales en accidentes cerebrovasculares y traumatismos craneoencefálicos.
Mejorar las capacidades atencionales y el rendimiento cognitivo: Entrenamiento en rendimiento óptimo.
EL NFB ha sido utilizado en el entrenamiento en rendimiento óptimo por grandes equipos deportivos de fútbol (AC Milan desde 2006, Real Madrid, Chelsea, Selección nacional italiana), baloncesto (Los Angeles Clippers) o rugby (New York Giants); músicos (Royal College of Music de Londres), altos ejecutivos, profesionales de las Fuerzas Armadas o personas cuya profesión los somete a un estrés importante.
Lo que distingue al mejor del resto es la motivación, la concentración, la estabilidad bajo presión y cómo maneja las emociones en los momentos clave.
En el caso de deportistas, en igualdad de condiciones físicas, lo que puede marcar la diferencia es el estado de atencional de la persona, especialmente en momentos de máxima tensión.
Epilepsia. Los primeros efectos del NFB se observaron en gatos que, tras un entrenamiento concreto, se volvían más resistentes a las crisis epilépticas que los gatos no entrenados. Numerosos estudios publicados en revistas científicas de alto impacto (Sterman, 2000, Kotchoubey et al, 2001,) han mostrado que se produce una reducción de las crisis a largo plazo en pacientes resistentes a la medicación.
En 2009 se publicó en la revista Clinical EEG and Neuroscience un metaanálisis (una revisión y análisis experimental de todos los artículos publicados sobre un tema para establecer evidencia científica) sobre NFB y epilepsia (Tan et al, 2009). En todos los estudios con calidad experimental suficiente, el 74% de los pacientes mostraban efectos positivos en la frecuencia e intensidad de las crisis.
TOC. A pesar de que no hay estudios científicos controlados, los datos preliminares (Hammond, 2003, 2004; Surmeli, 2011) son prometedores. En el estudio de Surmeli se utilizó una muestra de 36 pacientes, en los que se observó una mejora de los síntomas en el 92%. El 52% de estos, mantuvo las mejoras 26 meses después del tratamiento. Por el momento se ha visto que los tratamientos exitosos requieren un mínimo de 60 sesiones.
Migrañas. En un informe presentado en 2013 por la Asociación de Neurólogos Europeos se observó que el 63 % las personas tratadas con NFB redujeron en un 50 % o más los dolores de cabeza.
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